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Mega represa en la Amazonia de Brasil


En el centro mismo de la Amazonia, más de 8.000 trabajadores y cientos de camiones y máquinas construyen la tercera mayor represa hidroeléctrica del mundo, una obra colosal que conmociona la región. En momentos en que Brasil se apresta a acoger la cumbre de la ONU Río+20 para debatir la sustentabilidad del planeta (ver nota principal), la hidroeléctrica de Belo Monte -la mayor obra de infraestructura del país, valorada en cerca de 13.000 millones de dólares- es un claro ejemplo de los dilemas de una gran economía, la sexta del planeta.

 De un lado, Brasil ha logrado reducir radicalmente la deforestación de la selva amazónica y defiende tener la matriz energética más renovable entre las grandes economías. Del otro, para desarrollarse impulsa masivos proyectos de infraestructura, incluyendo hidroeléctricas y carreteras en la Amazonia.
 En un sobrevuelo en avioneta sobre el Xingú, uno de los principales afluentes del Amazonas con casi 2.000 km de extensión, plagado de islas y rodeado de selva, se observan kilómetros de tierra removida y las obras avanzando a todo vapor sobre el verde paisaje y el húmedo calor.
Cerca de 900 camiones y equipos pesados trajinan 20 horas por día. Se estima que para fin de año habrá 12.000 empleados y en 2013, 22.000 trabajando allí.
La primera turbina entrará en operación en 2015 y la última en 2019. Belo Monte, que tuvo la oposición frontal de ecologistas y de celebridades como el cantante Sting y el taquillero director de las películas Avatar y Titanic, James Cameron, usará cemento suficiente para construir 48 estadios iguales al Maracaná. La obra del canal de 20 km que desviará el río removerá tierra equivalente a un Canal de Panamá. El inicio de las obras, hace exactamente un año, desbordó la ciudad de Altamira, a 40 km, y los municipios vecinos, una área conectada al resto del país por la carretera Transamazónica que recorre el estado de Pará, con sólo unos pocos kilómetros asfaltados.
Via/ Los Andes