La pelota pegada al pie, la sonrisa tatuada en la cara. Siempre fue así Ronaldinho adentro de las canchas. Y afuera, ya sin la bola pero con la mueca de alegría inmutable, mantiene los quiebres de cintura. No esquiva rivales: baila al ritmo del carnaval. Es que Dinho volvió a Río de Janeiro y, en épocas del Rey Momo, disfruta.
Via/ Olé
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